Las frases que encontrarás más abajo resumen algunas de las cosas que hablamos en el último live con Virgina de @eltallerdevivir sobre trauma y comunicación. Porque si trauma es todo… la comunicación también. Vital decía ayer en mi perfil de Instagram, y sino prueba a pasar un día entero sin comunicarte….
 
Igual que Virginia ha estado ligada de alguna manera siempre al cuerpo, me doy cuenta de que en mi caso yo lo he estado a la comunicación, a nivel profesional y también personal.
 
Hablando de trauma y sexualidad el otro día, decíamos que no hacía falta que hubiera habido un trauma puramente sexual para que hubiera trauma en nuestra forma de vincularnos con el otro en la intimidad. En mi caso sí lo hubo específicamente en mi comunicación, a todos los niveles.
 
Y como bien recogen algunos autores en este carrusel, tu comunicación puede marcar toda la diferencia, no solo a nivel personal sino también profesional.
Por eso siempre digo también que «como profesional y como persona» es imposible de separar, como tampoco tiene sentido separar tu comunicación interna de tu comunicación externa. Porque van juntas. Siempre lo han ido. Tu proyecto eres tú y cómo lo comunicas también va de ti.

Aquí va un poco de mi historia in-separable

Cuando tenía 25 años me quedé sin voz mientras trabajaba de locutora en una radio y eso terminó afectando todos los niveles de mi vida. «El monstruo» fue ganando terreno porque no quería escuchar lo que mi cuerpo trataba de decirme y seguí forzándome… antes de que ocurriera y también después. Fue la única forma que encontró para pararme, a través de mi voz, puesto que era mi herramienta de trabajo (y allí me di cuenta que de vida también).

Cuando te rompes una pierna, ¿qué haces? ¿Paras, no? Pero como me dijo alguien «cuando una pierna se rompe es muy evidente porque se ve, pero como cuando peta el cerebro no lo vemos parece que el reposo y la recuperación no sea necesaria». Y así, encerrándome un día tras otro durante horas en un estudio para poder volver a locutar, con la frustración e impotencia que suponía no conseguirlo, me retraumaticé hasta que llegó el punto que la voz ya no me salía en ningún lugar, no solo entre esas paredes. Recuerdo que la que era por entonces mi pareja tenía que pedirme hasta un café. Porque literalmente yo «no podía». Ahora entiendo por qué y porque tuvieron que pasar bastantes años para que de nuevo tuviera la capacidad «de locutar». Y no, no fue a la primera, pero de a poquito, con mis nuevos recursos (arraigo, respiración y un largo etc.) fui ganando capacidad, no solo para que la voz no temblara, sino sobre todo y más importante, para saber sostenerme aún si pasaba. Fue así (como comentaba Virginia en el live hablando de cómo aprender a poner límites) que después de muchas pequeñas veces exponiéndome y comprobando que no pasaba nada pude recuperar mi voz. Y una vez creadas estas nuevas referencias corporales, en mi sistema nervioso (de hecho esa era mi intención al volver a la radio: crear otra vez nuevos buenos recuerdos), logré volver a locutar.

Nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender. Escuchamos para contestar

Y retomando el tema de los límites, es muy normal (y completamente comprensible) que, justamente por haber sentido nuestro espacio invadido tantas veces, nos vayamos justo al otro extremo… También necesitamos nuestros tiempos para poder pasar de una comunicación violenta o reactiva a una equilibrada, que no trata tanto de responder/reaccionar, sino que parte de la acción (no de la re-acción).

A esto también me enseñó Virginia cuando me decía «no tienes por qué responder ya, tómate tu tiempo, déjatelo sentir». De ahí la importancia de contar con vínculos seguros como decíamos, ya sea un amigo o tu terapeuta, y poder ir así creando nuevos mapas.

Son pequeñas pero grandes cositas que yo he aprendido en mi camino y que espero que te sirvan la próxima vez que te hagan cualquier propuesta o petición, ya sea personal o profesional, por whatsapp, mail o en persona… y no puedas contestar ya. No tienes por qué y no eres peor persona por no hacerlo o por decir que no. Como ella dijo «tu no debería ser igual de válido que tu sí«.

Y te cuento otra curiosa (y no sé si causal) intimidad: De pequeña soñaba muchas veces que quería gritar y no podía… ¿Curioso, no? Y de hecho una de mis principales figuras de apego «me obligó» a «imponer» mi voz , cambiando la lógica de los tiempos o roles convirtiéndome en re-educadora para que entendiera que el «esto es así porque lo digo yo y punto» a mi no me valía.

Y ahora que pienso en todo ello me doy cuenta que es un trabajo que llevo haciendo desde que tengo uso de razón: tratar que el otro se recomunique consigo mismo y a la vez con el mundo.

Así que si te resuena estaré encantada de acompañarte.

marketing emocional